El comercio mundial ha experimentado una serie de grandes sacudidas en los últimos 15 años. En el caso de los alimentos, el comercio se ha visto afectado por factores como la crisis financiera internacional de 2008-2009, las tensiones comerciales entre las principales economías del mundo, los efectos del cambio climático, la pandemia de COVID-19 y el conflicto de Ucrania por parte de la Federación de Rusia. Estos shocks han generado una mayor volatilidad de precios y fuertes interrupciones en las cadenas de valor, además de favorecer mayores tensiones proteccionistas, combinadas con una nueva generación de medidas que afectan al comercio relacionadas con regulaciones ambientales, estándares privados, entre otros.
Los altibajos del comercio mundial de alimentos son de gran relevancia para los países de América Latina y el Caribe. Por un lado, la región es un exportador neto de estos productos y desempeña un papel importante en la seguridad alimentaria mundial como un gran proveedor de diversos productos. Por otro lado, persisten niveles elevados de pobreza, desigualdad y malnutrición en la región, que tienden a agravarse cuando se interrumpen los mercados de alimentos.
En este sentido, el comercio internacional basado en normas, abierto, transparente y predecible es fundamental para la seguridad alimentaria global y regional, ya que aumenta la eficiencia de la producción y brinda a los consumidores acceso a una mayor variedad de alimentos a precios más bajos.
En este contexto, el propósito de este documento es analizar el comercio intrarregional de productos agroalimentarios (productos agrícolas y pesqueros) en la región, sus alcances y limitaciones, y también hacer recomendaciones para aprovechar posibles oportunidades de expansión y superar obstáculos existentes.