Rebrotes de casos de COVID-19 en torno al puerto de Ningbo en China mantienen la tensión
Claramente 2021 fue un año difícil para las cadenas de suministro mundiales, en donde se presentaron importantes perturbaciones y atascos alrededor del globo. Las esperanzas se pusieron entonces en 2022. Sin embargo, el inicio de año ha dejado bastante que desear, sobre todo por las malas noticias que llegan desde China. ¿Razón? la misma desde 2020: la pandemia. Maersk, el 11 de enero, en un comunicado a sus clientes admitió que “lamentablemente, 2022 no ha empezado como esperábamos. La pandemia sigue en marcha y, por desgracia, estamos viendo nuevos brotes que afectan a nuestra capacidad de mover su carga. La enfermedad general sigue siendo alta, ya que los puertos clave en regiones clave están viendo nuevos peaks de COVID-19”.
Dos años de tensiones en la cadena de suministro y un tercero iniciándose ha llevado al acuerdo de que una de las grandes lecciones de esta pandemia, es la necesidad de contar con cadenas de suministro más resilientes, cualidad de la que carecieron en 2021 con tiempos medios que se duplicaron en el transporte marítimo desde China a EE.UU. y tarifas de transporte de contenedores aumentando del 4% de su valor a casi el 20%. Por otro lado, el número de buques que esperaban para descargar en un momento dado pasó de uno o dos en el verano (septentrional) de 2020 a un máximo de 82 en noviembre.
Enfatiza que el problema está en la red de distribución nacional de EE.UU., que no ha podido mantener el ritmo, debido en parte a la escasez de mano de obra. “El empleo en el sector del transporte por carretera se desplomó en la primavera (septentrional) de 2020 y se recuperó lentamente, hasta alcanzar sus niveles previos a la pandemia en noviembre”, indica.
Desde esa óptica, la cuestión sería que los estadounidenses compran, los mercados extranjeros abastecen, y la red de distribución EE.UU., simplemente, no da abasto