Los trabajadores de la salud y los grupos humanitarios de más de 200 puertos de todo el mundo están haciendo un esfuerzo por vacunar a miles de marinos, población de trabajadores esenciales que en gran medida ha sido descuidada en la lucha contra el COVID-19. Las autoridades portuarias y las organizaciones sin fines de lucro de algunos de los puertos más activos del mundo, como Los Ángeles, Róterdam y Singapur, ofrecen ahora vacunas contra el COVID-19 a los marinos internacionales. Para muchos de ellos, es la primera vez desde que comenzó la pandemia que pueden acceder a las vacunas, informó The Wall Street Journal.
Iluminado Jagonos Jr., capitán de 51 años del “JP Azure”, un granelero que transporta carbón de Vancouver a Boryeong, en Corea del Sur, ha estado atrapado en el buque tres meses más que su contrato de ocho meses, sin poder regresar con su familia en Filipinas y sin un certificado de vacunación. Sin embargo, el capitán Jagonos se enteró del programa de Vancouver, y en octubre su nave llegó a puerto y los trabajadores de la salud de Vancouver Coastal Health subieron a bordo para aplicar la vacuna Pfizer a los 20 tripulantes. Cuando el capitán recibió su primera dosis, recibió una ovación por parte de los marinos.
No existen estadísticas oficiales sobre el número de marinos que se han vacunado en los últimos meses, pero hay miles de dosis disponibles. Por ejemplo, el puerto de Róterdam anunció en agosto que pondría 10.000 vacunas a disposición de todos los buques de navegación marítima. En tanto, según la Cámara Marítima Internacional (ICS), más de la mitad de los 1,7 millones de marinos del mundo proceden de países en desarrollo como Filipinas, Indonesia e India, que se han quedado atrás en la vacunación de sus ciudadanos.
Consecuencias de marinos no vacunados
Como consecuencia, los marinos no vacunados cuando suben a bordo de un buque, se encuentran con que no pueden bajar a tierra debido a las normas locales que impiden la entrada de personas no vacunadas, o porque su capitán y el armador no quieren arriesgarse a que contraigan el COVID-19 y lo traigan consigo. Esto deja a los trabajadores varados a bordo de los buques sin ningún tipo de alivio.
El sector también aboga por las vacunas, ya que el impacto económico de un brote puede ser grave. Una infección por COVID-19 a bordo de un buque o en un puerto puede extenderse rápidamente por la cadena de suministro mundial. Cabe recordar que, en agosto, una infección por COVID-19 provocó el cierre de una terminal clave para los envíos a Europa y Norteamérica, el puerto de Ningbo-Zhoushan, en China. La congestión que creó se extendió a Shanghái y Hong Kong, mientras otros puertos se esforzaban por aliviar el retraso.
Asimismo, en julio, una presunta infección por COVID-19 a bordo del portacontenedores “MSC Ines” obligó a cerrar uno de los tres muelles de atraque del puerto de Vancouver, según Bonnie Gee, vicepresidenta de la Cámara de Navegación, una asociación canadiense del sector marítimo. La nave en cuarentena permaneció en el muelle durante unas dos semanas, reduciendo el tráfico en un tercio en la mayor terminal de contenedores del puerto más activo de Canadá.
Primeras iniciativas de vacunación
La vacunación de la gente de mar comenzó en EE.UU. en abril, dirigida por organizaciones locales de ayuda como la Asociación del Ministerio Marítimo de Norteamérica, una organización benéfica cristiana. Al principio fue difícil convencer a las autoridades de que ayudaran a los marinos porque eran extranjeros en un momento en que los países daban prioridad a las poblaciones nacionales para las vacunas, dijo Jason Zuidema, director ejecutivo de NAMMA.
Los puertos de los Estados de Florida y Texas fueron de los primeros en iniciar programas de vacunación, los marineros recibieron vacunas sobrantes de Johnson & Johnson, porque el régimen de una sola inyección significaba que los marineros no tendrían que buscar una segunda dosis en otro lugar.
En los puertos de Los Ángeles y Long Beach, los más concurridos de los EE.UU., se ha vacunado a unas 8.500 personas desde abril, dijo Guy Fox, presidente del Centro Internacional de Marinos de Long Beach/Los Ángeles, una organización sin fones de lucro que presta servicios humanitarios a la gente de mar. La organización ha estado trabajando con el sindicato ITF y las autoridades sanitarias locales para vacunar a los marinos.