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Hay que hacer valer el TLC sin arancel de 10%

Tiene razón el presidente Trump con poner arancel de 10% a los productos colombianos que lleguen al mercado estadounidense por motivos de seguridad, pero debe ser temporal.

Los últimos días han sido días frenéticos para los exportadores colombianos al mercado de Estados Unidos, un comercio blindado desde hace 13 años por un tratado de libre comercio que ha sido beneficioso para los consumidores colombianos y los compradores americanos. Los primeros tienen acceso a muchos productos y servicios provenientes del motor de la economía mundial a buenos precios, mientras que los segundos pueden disfrutar de algunos artículos industriales, materias primas, alimentos y otros commodities de gran calidad sin competencia en la región, como son el café, las flores, las frutas, que desde hace muchos años tienen un mercado ganado en las ciudades estadounidenses que son muy competidas.

Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca el asunto arancelario se ha convertido en arma política usada -como todo impuesto- para proteger su economía doméstica y obligar a sus socios comerciales a dejar más dinero en Estados Unidos. Incluso a su estrategia comercial le puso un auténtico Día D al que bautizó como “Día de la Liberación”, que incluyeron gravámenes de mínimo 10% a todas las importaciones a Estados Unidos y que afectaron a la mayoría de países de América Latina. Esos nuevos impuestos se empezaron a aplicar desde el pasado 5 de abril.

La excusa de la vieja-nueva política de Trump era que su país registró un déficit comercial de US$918.000 millones en 2024, 17% más que el año anterior, lo que ha sido asumido como “una emergencia nacional que amenaza nuestra seguridad y nuestra forma de vida”. Al punto que la palabra “amenaza” es la que se ha abierto para reescribir el tratado de libre comercio con Colombia, que hoy tiene un arancel de 10% que antes no existía, pero que en comparación con países similares es bajo, pues algunos competidores en café, petróleo, flores y frutas, la tasa es más alta, es decir, Colombia ha salido bien librada de la guerra arancelaria de Trump, pero al Presidente colombiano le ha dado por ideologizar toda acción que emprende el gobierno americano quien ha respondido con una amenaza que sí puede dar al traste con el TLC, situación que sería muy mala para la economía colombiana.

Lo que deben hacer los gremios de la producción y los candidatos presidenciales con contactos en el Congreso de Estados Unidos, es tratar que las relaciones comerciales sean regidas por el TLC y no por tira y aflojes políticos. Pero para ello hay que tener la disposición de negociar y la capacidad de negociación. El embajador de Colombia en Washington, Daniel García-Peña, lo tiene claro, hay que volver a la base de cero aranceles, no de 10%, porque el marco de diálogo es el TLC y si se ha modificado por seguridad nacional debe ser de manera temporal, no definitiva.

Nunca antes el país económico se había enfrentado a una situación tan estrambótica, un líder político local aferrado a su ideología, que no quiera sentarse a dialogar las mejores condiciones para los productos y servicios colombianos en un mercado que vale unos US$14.000 millones y origen de unas remesas de US$13.000 millones. Aún le queda mucho tiempo a la administración nacional para obstaculizar los negocios con Estados Unidos, pero hay una luz de optimismo que el mismo gobierno ha abierto y es que la diplomacia está funcionando por los caminos adecuados y buenos vientos soplan desde la Casa Blanca en materia comercial.

Fuente: https://www.larepublica.co/opinion/editorial/hay-que-hacer-valer-el-tlc-sin-arancel-de-10-4252944